Entrevista a Elías Sarquis. Por Silvina Urrizmendi

La cámara poética

En la imagen confío, en la palabra no tanto

Fotografiar es el término correcto, pero sacar fotos quizás describa mejor lo que hace Elías Sarquis (29), autodefinido compositor visual. Sacar fotos implica extraer. Sustraer algo de la realidad inmediata y que ese algo exprese una idea. Hace cuatro años, Elías diseñó un dispositivo que se llama cámara poética y que funciona más o menos así:  la cámara saca una foto, la tecnología reconoce determinados elementos en la imagen, les asigna una palabra a través del uso de un programa de Google y el conjunto de las palabras arma un poema. Dicho de otra manera, el dispositivo traduce una imagen en un texto poético. Pero antes de crear la cámara poética, Elías empezó una carrera, la dejó, sacó fotos con el celular y con diferentes cámaras, las analizó y se autoanalizó. 

¿Cómo nació la cámara poética?

E: La versión corta es que una vez alguien me dijo que mis fotos eran poesía y eso me quedó resonando. Entonces pensé en cómo hacer para convertir las fotos en textos poéticos. La versión larga es que siempre me costó mucho hablar, no me siento cómodo expresando las cosas que siento con palabras. Nunca llegan a expresar exactamente lo que quiero decir, algo que no me pasa con la imagen. En la imagen confío. En ese sentido, la idea fue tomar la tecnología para poder extender una habilidad y llevarla a un territorio que no me es propio, un sitio incómodo. Es liberar a la tecnología para liberarme un poco a mí. 

¿Cómo fue el proceso de confección del dispositivo?

E: Si bien tenía ciertos conocimientos previos, tuve que aprender muchas cosas para armar el dispositivo y que funcione. Estuve un año entero dedicado prácticamente solo a eso, casi sin sacar fotos. Hubo algo de intuición, de probar, de ensamblar cosas. Pero tuve que investigar muchísimo. 

¿Pensás que hay un límite en el uso de la tecnología en el arte?

E: Creo que antes que nada hay que diferenciar lo que es la creatividad del uso de la inteligencia como extensión o herramienta. A veces se pueden extender las habilidades propias a través de la tecnología, pero otras veces esa misma tecnología nos limita  porque la usamos demasiado, nos apoyamos en ella. Siempre habrá buenxs artistas que hagan cosas genuinas y que no dependan de la inteligencia artificial para que cree por ellxs. Creo que los límites, en un punto, se van evaporando. Pasa cuando ya no sabés si algo está creado por una persona o por una máquina.  

¿Qué significa exactamente ser un compositor visual?

E: Es concebir la fotografía como un medio y pensar a través del encuadre. Disponer de los elementos dentro de ese encuadre, hacerlos dialogar y crear una composición que tenga un significado.  También me gusta vincular lenguajes, ver hasta qué punto ciertas disciplinas comparten límites y extender las posibilidades. Diría entonces que soy un compositor visual cuyo campo de acción son las artes electrónicas. 

¿Cuándo y por qué empezaste a sacar fotos?

E: En el 2014 estudiaba Ingeniería Civil y no estaba a gusto con la carrera, no me sentía parte de nada. Desmotivado es la palabra clave. Lo único que me hacía bien era sacar fotos con el celular en el trayecto hacia la facultad. En el transporte público, en la calle. Ahí descubrí que tenía algo para decir. Revisaba las imágenes y de repente veía una foto de una chica, en el subte, pintándose las uñas, con una expresión muy particular en la cara. Me parecía que esa fotografía decía algo.

¿Armás la escena o es siempre un registro en clave documental en la calle?

E:  Tomo la realidad como materia prima, no soy de intervenir en la escena, pero sí soy un gran farsante y mentiroso con la edición. Es un poco el valor de la fotografía me parece, tomar algo que está ahí, aislarlo y armar una composición a través del lente, de poder capturar la luz. Se trata de darles valor a ciertas partes de la escena y dejar ciertos elementos afuera, elementos que están en la realidad, pero no en la foto. Entonces, así, se puede cambiar el sentido. Me gusta que las cosas aparezcan como por arte de magia y permitir que fluyan en su curso natural. En el momento de producción acciono puramente de forma instintiva. Veo algo y lo capturo, no pienso porqué. El trabajo intelectual lo hago después en el trabajo de edición. Ahí reconozco las cosas que me obsesionan: la soledad, la velocidad, el amor, el vínculo con los otros. 

¿Tenés alguna fotografía preferida de entre las que hayas sacado?

E: No necesariamente, más bien siempre estoy pensando en las que voy a hacer, en lo que me falta. No puedo apagar el sensor. 

¿Y  de la cámara poética? ¿algún resultado que te haya sorprendido más que otro?

Pasó algo especial cuando usé el dispositivo en el velatorio de Maradona. Era la primera vez que llevaba la cámara poética a un evento de ese tipo, pensaba en una forma de fotoperiodismo. Ahí le saqué una foto a un fanático que tenía un poster de Maradona alzando la copa. Se había cuestionado mucho si se tenía que hacer o no la despedida masiva por la pandemia. En ese contexto, la cámara poética, frente a la foto del fanático, generó la frase: “¿Se puede hacer un evento masivo sin comunidad?”. Creo que hay un poco de magia detrás de eso. 

¿Qué suceso te hubiese gustado fotografiar?

E: La crisis del 2001. Si bien era muy chico, me hubiera gustado documentar esa parte de la historia argentina. No sé qué tipo de imágenes hubiese hecho, en qué me hubiese concentrado. Cómo me hubiese sentido en ese contexto. 

¿Tenés algún objetivo que quisieras alcanzar con la fotografía?

E: Objetivo suena a algo muy definido. Lo que sí tengo es un compromiso con la imagen. Tengo mucho respeto por el medio y un interés por ir más allá del lenguaje, de ir más allá de lo que se ha visto. Sentir que aporté algo. Ser prudente con la producción, no traer más imágenes al mundo que ya se hayan visto o que repitan algo.

Contanos sobre tus influencias 

E: Me influencia mucha gente del medio, pero también las personas que me cruzo cotidianamente. Puedo encontrar inspiración en una verdulería, en la repuesta de una cajera del supermercado, en cómo se mueve mi peluquera cuando me corta el pelo. En fotografía tuve un gran maestro que fue Carlos Bosch, quien me hizo hacer un click, un cambio importante para entender quién soy, algo que todavía sigo buscando. 

Si tuvieses que elegir una palabra para definir tu oficio, ¿cuál sería?

Detener. Siento que todo va muy rápido y no lo puedo asimilar. Entonces la fotografía me permite detener la cosas y poder observarlas. Veo algo y saco una foto a mi tiempo, que es uno muy distinto al del dos mil veintidós. Lo cierto es que me gustaría ver todo en cámara lenta. 

¿Qué hace a unx buenx fotógrafx?

E: Un buen fotógrafo o fotógrafa no es necesariamente quien tiene buenas fotos, sino también quien no muestra las malas. Hay un gran valor en saber elegir.  

¿Cuánto te influye el gusto ajeno a la hora de trabajar?

E: Por ahí antes pensaba más en eso, pero ahora trato de confiar más en mi visión. Pienso que es difícil mantenerse firme cuando estás condicionado, por un lado, por la técnica, dado que cada cámara tiene sus características, y por otro, por las redes de difusión que te imponen sus propios parámetros. Hay que adaptarse a una relación de aspecto, a una duración impuesta, a los algoritmos que hacen que te vean o no. Hoy en día mi principal canal de difusión es Instagram y tengo que diseñar contenido que sea funcional a ese soporte.  

Si tuvieras que elegir entre: + número de seguidores y + limitaciones de formato o -número de seguidores y -limitaciones de formato, ¿cuál elegís? 

E: El tema es que nunca sabés quién está del otro lado, qué fibra personal podés llegar a tocar o qué no. Entonces siempre se habla de casos hipotéticos e ideales. Quizás, más bien, me interesa la gente que no puede entender las fotos. Las personas que están alejadas de la fotografía.  Pero sí pienso en el fenómeno de otras imágenes condicionando la lectura de una foto. Por ejemplo, una persona llega a mi Instagram, pero antes de ver mi historia ve una publicidad de un sillón rojo sobre un fondo blanco. Todo eso condiciona la forma en que va a ver mi foto después. La cámara poética, en un punto, lucha contra eso. Sí, usa tecnología de Google y se apoya en otras cosas, pero lo importante es que las limitaciones se las pongo yo y no el afuera. 

Silvina Urrizmendi, agosto del 2022

@e_sarquis

@camara_poetica_

eliassarquis.com