Volver eterno el intento/ Entrevista a Flavia Calise. Por Josefina Del Popolo

Me encuentro con Flavia en el histórico café Varela Varelita. Si los poetas fueran rockstars Flavia carga con esa misma mística, cómo si la rodease un misterio que nunca develará. Está sentada en una mesa que da a la ventana. Trajo un ramo de flores y su cámara analógica. Tiene las uñas pintadas de color rojo, lleva una blusa verde loro y en su silla veo colgada una cartera de animal print. 

¿Qué sentís qué está pasando hoy con la poesía?

F: Creo que lo pasa hoy en realidad tiene que ver con lo que empezó a suceder en el país aproximadamente en el año 2015, a nivel social, económico y emocional: estábamos todes muy mal. Los lugares donde nos juntabamos, bares, centros culturales, estaban cerrando o en crisis. Y entonces la gente, desesperadamente y creo que hasta inconscientemente, comenzó a necesitar darle entidad a otros lenguajes, que quizás ni conocían y que aparecieron en ese momento. Uno fue el Tarot y otro sería la Poesía. También influyeron las redes sociales. Haciendo que la poesía llegue a distintas personas y que se le preste más atención e incluso provocó que surja un nuevo tipo de interés. 

Hoy en día hay un resultado en relación a eso. Hay muchas editoriales publicando más poesía que antes, se le está dando más valor en festivales, hay más talleres de poesía. Entonces está cobrando otra identidad. Tiene más peso, más valor cultural que en otra época.

¿Qué es para vos lo central en la poesía?

F: Además de lo intuitivo, lo central es el trabajo. Es importante trabajar la poesía y revisar lo que uno escribe y ver los modos de afilarla. Pienso que es fundamental escribir un poquito todos los días -lo que sea- y también es importante inspirarse. Buscar cosas para hacer y escribir: ir al cine, ir a ver obras, leer a otres autores.

¿A vos qué te produce inmediatamente ganas de escribir?

F: Leer a compañeras, leer a mis amigas. Últimamente, ver series también me genera ganas de escribir. Intento, cuando puedo, tomarme un día entero para leer, porque siempre después me dan ganas de escribir. Ir a ciclos de poesía. Es importante para escribir leer y también ir a ver cómo leen poesía. 

¿Por qué pensas que escribis poesía?

F: Ahora escribo por un motivo distinto al que cuando comencé. Al principio, escribía porque era el único modo que tenía en ese momento de decir lo que quería decir. Escribo desde muy chiquita y había sentimientos que no podía describir con las palabras que conocía, entonces sentía que tenía que escribir las propias y que tenía que inventar una especie de lenguaje porque no me encontraba cómoda en la vida. Me parecía un mundo hostil y sufría un montón. Siento que encontré en la poesía, primero leyéndola, algo que no entendía porque era chica pero me interpelaba y me gustaba. Me sentía cómoda en ese lugar entonces empecé a escribir por eso. De algún modo, algo de eso me emocionaba y quería encontrar mi propia manera de escribir. Tenía doce o trece años. Pienso que en ese primer momento fue más por necesidad, para expresarme. 

¿Y ahora?

F: Ahora también hay una necesidad pero a los treinta es de otro tipo. Es un trabajo, hay una voz construida. Antes era como una necesidad primaria “hago esto o muero”. Ahora no muero, es una necesidad laboral y está más afilada.

¿Sentís que hubo algún momento inaugural en el que te nombraste poeta? ¿O fue más un proceso?

F: Me costó mucho tiempo decir eso. Lo empecé a decir hace un par de años por un tema más de militancia. Militar la Poesía. Siempre estuvo muy bastardeada y se le dieron lugares muy pequeños. Entonces, de repente, me parecía que nombrarse poeta en determinados lugares era una especie de militancia. 

¿Con los años te fuiste imponiendo reglas en cuanto a qué y cómo escribir?

F: Si. Me está pasando que en el último año me aburri de escribir sobre ciertas cosas. Empecé a escribir cosas más chiquititas, del detalle. Como mirar una foto y escribir. Volver a mirarla y escribir. Me propuse escribir sobre el romance desde otro lado: el romance con mis amigues, los detalles amorosos, les desconocides, una sensación que poco sé nombrar, escribir sobre el misterio. 

Hace cuatro años que das clases grupales de poesía y performance ¿qué sentís que te aportó?

F: Todo. En la docencia siento que encontré el lugar dónde tenía que estar. Me aportó mucha paciencia y comprensión. Me hizo conocer a autores y a autoras espectaculares, aportandome otros paisajes, otras palabras que no conocía o que elles mismos inventaban. Acompañando muchos procesos no solo de escritura sino de la vida. No me interesa ni puedo despegar eso en mi modo de enseñar,  me di cuenta que podía asociar a la poesía no solo desde el hacer sino con el brillo del proceso de la otra persona. 

¿Cómo encaras el armado de una clase?

F: Siempre tengo un esquema pero también me gusto muchísimo adaptarme a la actualidad. Si hay un tema, extra poético me refiero, lo puedo traer y unirlo a lo teórico, a algún autore que no conozcan. Me parece más divertido, más lúdico. 

¿Qué te pasa cuando lees textos tuyos publicados hace mucho?

F: Yo publiqué por primera vez cuando tenía 19 años. Desde entonces pasaron muchas cosas, en el mundo, en lo personal. Al principio, me daba mucha vergüenza y después con el tiempo entendí que es parte del proceso. Hay cosas que escribí con las que no estoy de acuerdo o directamente no me gustan y ahora pienso que está re bueno porque quiere decir que hubo movimiento, hubo flexibilidad y si hubo flexibilidad quiere decir que hubo apertura, hubo proceso, hubo cambio. 

En el libro “Maestros de la escritura” de Liliana Villanueva, uno de sus entrevistados dice en un momento que “la literatura es un intento de eternizar momentos”, yo te pregunto a vos ¿qué crees qué con tu escritura se volvió eterno o qué te gustaría que se vuelva eterno? 

F: No creo para nada que yo haya vuelto algo eterno. Sí creo que en mí volví eterno el intento. Escribo desde toda mi vida, entonces fue lo que más hice. Esa insistencia representó vitalidad en mi escritura. 

Y respondiendo a la segunda pregunta, estoy en un momento muy lindo después de mucho tiempo, entonces creo que querría qué se mantenga esa sensación de esperanza por las cosas. No soy una persona muy positiva pero ahora siento que estoy disfrutando de un montón de cosas. Quiero que se mantenga la esperanza en las cosas chiquitas y cotidianas. 

/ Por: Josefina Del Pòpolo (@josefinadelpopolo)

Flavia Calise (@flaviacalise) es una poeta, performer y docente argentina. Coordina el taller @esimportantebesarse. Publicó, entre otros libros, Beso las flores antes de tirarlas (2018, Concreto), ¿Qué es la ternura? (2019, Concreto), Mientras te llamo diseño mi tumba (2021, Concreto) y El libro de los peores sentimientos (2021, Acordeón).

cruzamos la calle juntas 

nos angustia no tener trabajo

le dije que me gustaría dejar de amar, mantener la esperanza a través del sol

que la depresión sea un perfume

una mano con un pañuelo sosteniendo la nariz

no más un puñal, entre el hueso y la carne

después de un tiempo el amor no pesa en el corazón sino en la espalda

la culpa es un sombrero

toca una cabeza y la cubre del clima

¿se puede abandonar un sentimiento con forma de agua?

a veces estoy en el cielo, sobre un cajón sin botellas

corto la soga con fuego

me desparramo en el aire

tu casa desde arriba parece

un puerto, viven dos

medusas

gelatina cristal

sus brazos se abren, besan

la cima

venenosa, pierdo

porque confío rápido en quien parece que presta atención

te bañaste y bailé en tu living, tu alfombra me dejó un rasguño

inútil

para saber cuidarse, primero hay que tener esperanza

estiré la cama, esperé el llamado

bailé en el living, pisé tus aros: sangré de noche

alguien dejó un cuchillo cerca, te pedí que no lo agarres

estiré la casa, esperé el llamado

abrí las ventanas para que salga el tiempo

un cisne transparente dijo mi nombre y no tenía corazón

estiré la mano, agarré una copa

ayer murió alguien con quien dormí durante el verano

un gemido quedó enroscado en la almohada

abro las piernas para dormir sola

atajar un sentimiento es esperar un avión en el patio

(poema del libro La violencia de una estatua)

27 de abril

soy la okupa de mi propia casa

desde que la propiedad se fue de mi

ya no tengo escritura y como en los sueños

la puerta de entrada me espera afuera.

tamara kamenszain

bebo por la casa y tropiezo con mis cosas.

las botas texanas abiertas en la cocina parecen

murciélagos, esperan que pase para asustarme

tanto me alumbra la noche que me expone,

hago fuerza con la boca y se hinchan mis labios:

desde hoy sólo hablaré con animales

repito halagos para el perro que trajo una amiga.

pensó que necesitaba concentrarme en alguien

que no diga una sola palabra en mi idioma,

ni sepa el significado

de billete, secreto, accidente, vacación de lujo

el perro se deja acariciar muy rápido y me enoja.

me aterra que me agote elegir, dejarme tocar por el raso,

el guante que busca peligro.

¡qué alivio! deprimida miento,

hecho a todos de mi casa, busco una estrella en el cielo,

le pongo el nombre del fantasma que extraño

me duermo fácil y sueño.

estoy en una fiesta de noche,

para no hablar juego con un niño,

lo hago dormir, la fiesta avanza y nadie lo llama.

una mujer me mira y sonríe ¡no es mi hijo!, le grito.

el niño se duerme sobre mi y sale el sol,

corro por el jardín, todos se fueron.

caminamos por la calle.

en el sueño me gusta fumar. tengo las caderas

más anchas y mis ojeras son verdes

como un pino nuevo.

¿qué me gusta de esta ciudad?

camino por warnes entre los autos despedazados

para sentirme acompañada,

hace dos días compré pan y lo dejé

sobre un renault 12 sin volante.

el niño me pregunta ¿qué es el desamparo?

le pido que aprenda a ladrar

(Poema del libro Mientras te llamo diseño mi tumba)